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Resistencia en malezas e insectos ¿Presentan los mismos desafíos?

La resistencia es la capacidad adquirida y heredable de un biotipo de sobrevivir a una práctica de manejo que antes lo controlaba.

Es un fenómeno inherente a los seres vivos, y es el resultado de la selección, mediante una misma práctica repetida en el tiempo, de los individuos naturalmente existentes en la población que presentan alguna diferencia que hace que sobrevivan a la práctica en cuestión. Hay ejemplos varios de resistencia a herbicidas en malezas, a insecticidas y a proteínas Bt en insectos, a fungicidas en hongos, a antibióticos en bacterias, y podríamos seguir enumerando casos. Cualquier práctica que se repita en el tiempo va a ejercer una determinada presión de selección en los individuos sobre la que se realiza, y no sólo se da a productos químicos o biológicos, sino que también se puede seleccionar resistencia a prácticas mecánicas o físicas por nombrar algunas. En este contexto, el primer gran desafío es entender que el potencial de resistencia está latente, tanto en malezas como en insectos, y que la forma como empleemos las herramientas que tenemos disponibles determinará las probabilidades de seleccionar esa resistencia más o menos rápidamente. Una vez que en una población se selecciona resistencia a una tecnología, es casi utópico pensar en recuperar su eficacia.

El segundo gran desafío es la concientización y percepción temprana de lo que implica la resistencia a nivel de lote, región y país. Muchos han padecido la resistencia a herbicidas, o vieron fotos y escucharon sobre padecimientos de otros. Hoy en día es la principal preocupación en muchas zonas. La resistencia a herbicidas es un tema que está instalado y sobre el cual hay continuamente oferta de talleres, cursos, y recomendaciones de manejo. Podemos decir que estamos un paso más adelante que tres-cuatro años atrás respecto al desafío de concientización y reconocimiento del problema. Pero llegar a donde estamos llevó tiempo, varios años de mala sangre en algunos productores, y lotes que quedaron sin sembrar por un par de campañas. La resistencia a herbicidas desafió al sistema productivo siembra directa + cultivos RR + glifosato, trajo complicaciones muy serias a muchos, incrementó considerablemente los costos y complejizó terriblemente los sistemas de manejo de malezas, teniendo en algunos casos que asumir daños de fitotoxicidad en el cultivo por aplicación de herbicidas post-emergentes de rescate. El tema es que, en la mayoría de los casos, por más que estaban las recomendaciones de manejo para prevención de resistencia, hasta que no explotó en crisis, no cambiamos. En general, esperar fue más costoso.

Claramente hay una falta de concientización y percepción de lo grave que puede ser el desarrollo de resistencia en insectos, con la consecuente pérdida de las tecnologías Bt disponibles. Las tecnologías Bt son muy eficaces en el control de las plagas blanco, y las estrategias de manejo de insectos se simplificaron muy significativamente, permitiendo incluso ampliar las zonas y las fechas de producción de maíz en la Argentina, asegurando la calidad de la producción, y reduciendo sensiblemente la cantidad de aplicaciones de insecticidas necesarias. El sistema se simplificó a tal punto que, en muchos casos, se perdió la práctica del monitoreo de lote que antes era necesario para definir la aplicación de insecticidas. La siembra de refugio, que fue una práctica recomendada desde el lanzamiento de las tecnologías Bt, se ha dejado de lado y no se ha implementado masivamente.

Al igual que pasaba con malezas hace años, estamos muy rezagados en la adopción de prácticas de manejo para retardar la selección de la resistencia en insectos. Es importante aprender de lo que pasamos con malezas y adelantarnos al problema. Las preguntas a hacerse para entender las implicancias que tendría un desarrollo de resistencia a las tecnologías Bt en insectos son: ¿Cuáles serían mis herramientas alternativas? ¿Podría seguir sembrando maíz tardío en mi zona? Más grave aún, ¿Podría seguir sembrando maíz en mi zona? ¿A cuánto se dispararían mis costos y en cuánto se me complejizaría el cultivo? ¿Tengo lo que necesito para aplicar insecticidas en tiempo y forma cuando lo necesite? ¿Cuándo sale el próximo evento?

Tendemos a pensar que, en esta era donde las tecnologías mejoran constantemente, va a aparecer una nueva tecnología que nos va a salvar. La realidad nos demuestra que esta suposición no siempre es cierta. La idea funciona muy bien para teléfonos celulares o modelos de autos, pero en biología algunas cosas llevan más tiempo. Frente a los primeros casos de resistencia a glifosato, hace más de 10 años, estaba la idea que ya aparecería el nuevo glifosato y sigue sin aparecer. Con las tecnologías Bt pasa lo mismo. No habrá nuevas tecnologías hasta dentro de 8-10 años, y lo delicado es que las tecnologías que vengan van a estar combinadas con las actuales. Por lo tanto, si perdemos la eficacia de las tecnologías que tenemos hoy, ponemos en muy alto riesgo las del mañana. Para ejemplificar un poco esto es importante remarcar que los primeros eventos de maíz transgénico resistente a insectos (Bt), introducidos en Argentina en 1998, expresaban una sola proteína Bt. A medida que pasó el tiempo se fueron desarrollando nuevas proteínas con mecanismos de acción diferentes y un espectro de control ampliado. Estas proteínas ahora aparecen combinadas (apiladas) en los últimos productos. Al apilar las proteínas se logra bajar la probabilidad de selección de resistencia, pero esto se debe complementar con el uso correcto de las tecnologías, incluyendo la siembra de refugio en el lote, para asegurar su eficacia por el mayor período de tiempo posible.

El tercer gran desafío es cambiar los hábitos a tiempo para hacer un manejo proactivo en lugar de reactivo, pero cambiar la forma en que hacemos las cosas no es fácil. Cambiar hábitos implica esfuerzo y dedicación, a veces tiene un costo asociado, y muchas veces es difícil dimensionar claramente el beneficio que traería pasar por ese cambio. La resistencia a herbicidas nos desafió y nos llevó a ser creativos para desarrollar métodos de manejo de malezas, implementando cultivos de cobertura, rotando cultivos, en algunos casos incluso incorporando control mecánico en manchones y hasta desarrollando máquinas especiales para triturar las semillas de malezas que salen de la cola de la cosechadora como en Australia.  Hubo que volver a las prácticas de monitoreo que, durante la era de control eficiente de malezas con glifosato en cultivos RR, habían caído en desuso por la eficacia, simplicidad, bajo costo y flexibilidad del sistema. El desafío de volver a monitorear fue que se había perdido la práctica de identificación de malezas, sobre todo en estadios tempranos, lo que llevó al dictado de muchos cursos y talleres de identificación. Con el tiempo se reconoció la importancia del manejo proactivo y se instaló y adoptó la práctica de combinar y rotar herbicidas con diferentes mecanismos de acción para retardar la selección de resistencia en malezas. Se instaló la idea de diversificar lo más posible las prácticas y monitorear para hacer las aplicaciones recomendadas en el momento óptimo, aquel donde las malezas están en su estadio más susceptible. Se generalizó también el uso de herbicidas residuales que ahora se combinan en una planificación de manejo integrado de malezas y rotación de cultivos. Al mismo tiempo, se empezó a poner foco en la calidad de aplicación y mezclas de tanque, para asegurar que se llega al blanco con el tamaño y número de gota recomendado, y la compatibilidad y estabilidad de la mezcla.

Con respecto a insectos, en el centro-norte de Argentina ya estamos sufriendo la problemática de resistencia en gusano cogollero (Spodoptera frugiperda), y en NE de San Luis en barrenador del tallo (Diatraea saccharalis). ¿Cuáles fueron los puntos en común de las situaciones analizadas? En todos los casos de resistencia a proteínas Bt analizados hubo: alta presión de la plaga, falta de siembra de refugio, y falta de adopción de buenas prácticas agrícolas. La crisis hizo que, en las zonas afectadas, entráramos en fase reactiva y resultó, entre otras cosas, en que se prohibiera la producción de semilla de maíz en la zona complicada de San Luis, actividad que era muy favorable. Esta experiencia nos debería servir de alerta máxima para ser proactivos en las otras zonas e implementar los hábitos necesarios para proteger las tecnologías Bt y seguir beneficiándonos de las muchas ventajas que tienen. Una herramienta clave para proteger las tecnologías Bt es la siembra de refugio. El refugio, que debería adoptarse en forma generalizada en el menor plazo posible, contribuye a mantener una población de insectos susceptibles que es fundamental para retardar la selección de resistencia en el lote. El uso de refugio, sembrado en el lote y manejado en forma apropiada, debe ser acompañado de otras buenas prácticas agrícolas dentro del marco de manejo integrado de plagas como rotación de cultivos, control adecuado de malezas y rastrojos, buena implantación del cultivo, y sobre todo monitoreo para definir control de insectos y detectar daños inesperados tempranamente.

Frente a la resistencia, el gran desafío es reconocer la existencia y las implicancias del problema para cambiar la forma en que hacemos las cosas y adoptar el manejo proactivo a tiempo. Cuanto más holística sea la mirada del sistema y más diversa sea la estrategia de manejo, más efectivos y eficaces vamos a ser en retardar la aparición de resistencia y asegurar la sustentabilidad del sistema.