AAPPCE junto con ASA destacan la necesidad de que productores y asesores adopten un correcto manejo de los cultivos con tecnología Bt para evitar la resistencia de insectos en el corto y mediano plazo.
La adopción de los cultivos Bt en la agricultura argentina viene siendo fomentada desde hace más de dos décadas, principalmente por brindar protección frente al daño de insectos problemáticos que atentan contra los rindes y por habilitar una reducción de costos por la disminución del uso insecticidas; y también por mejorar la calidad de los granos. Específicamente en maíz, la incorporación de este tipo de biotecnología suma como beneficio la posibilidad de siembra en zonas de clima tropical y en fechas tardías, en las que por lo general existe mayor presión de plagas. Entre estas ventajas productivas y económicas, el menor uso de insecticidas se alinea con un agro sustentable y responsible en pos del cuidado ambiental y la salud.
Sin embargo, según afirman desde AAPPCE y ASA, la experiencia acumulada indica que el éxito y sostenibilidad de la tecnología Bt por sí solos no pueden garantizarse. La dimensión biológica y técnica del fenómeno necesariamente va de la mano de las prácticas culturales. Existe la percepción en productores y asesores de que las tecnologías durarán para siempre, o que una nueva proteína Bt va a salir al mercado cuando se genere resistencia a las actuales. Esta imagen tiene como consecuencia una desatención generalizada que ha llevado a un mal uso de la tecnología en cuestión, pudiendo acelerar la generación de resistencia de insectos perdiendo así la ventaja del control y poniendo en riesgo otras proteínas Bt.
La siembra del refugio y el monitoreo como prácticas claves para la durabilidad de los beneficios de la tecnología
Dentro de las bases de un manejo sustentable y sostenible, destinadas a retrasar la aparición de resistencia de insectos y alargar en el tiempo las bondades de este tipo de materiales genéticos, se encuentran la siembra y manejo correcto del refugio junto con el monitoreo sistemático y permanente de las plagas. Si bien ambas prácticas se presentan como un combo perfecto, su correcta implementación es un desafío pendiente.
“El mayor desafío es lograr que toda la cadena, desde la industria semillera hasta el productor se comprometan en realizar lo necesario para que la biotecnología perdure en el tiempo. A nadie le conviene lanzar un nuevo evento y que dure cuatro campañas”, afirma el Ing. Agr. Martín Galli del Nodo AAPPCE Este de Santiago del Estero y Norte de Santa Fe. Según menciona, parte importante del manejo sostenible de un lote de maíz Bt involucra al productor y su apuesta por el monitoreo que debe comenzar previo a la siembra con un correcto manejo de las malezas que comparten plagas objetivo del cultivo a implantar.
Al respecto acuerda el Ing. Agr. Diego Álvarez, socio de AAPPCE en el Nodo Norte de Bs. As. y Sur de Santa Fe, y hace hincapié en que “el desafío para evitar resistencias de insectos es sensibilizar e incentivar al productor y al asesor para que realicen y monitoreen refugios para que las biotecnologías perduren; sino esto será como una rueda sin fin: van a ir apareciendo nuevos eventos biotecnológicos pero serán dominados nuevamente por las plagas. Entonces, más allá de que elijamos una mejor proteína Bt o no, el punto de partida es la concientización del buen uso, seguimiento y cuidado del refugio”.
Sobre la revalorización del monitoreo, Fabiana Malacarne, gerente de asuntos regulatorios de ASA, destaca que debe realizarse de manera específica: “Lo fundamental es saber cuáles son las plagas blanco de cada híbrido Bt” y destaca como desafío “encontrar nuevas proteínas con diferentes modos de acción y lograr el correcto cuidado de ellas una vez que están en el campo”.